Formación: motivación y cultura

Vivimos tiempos de cambios, rápidos e intensos, y en la empresa posiblemente lo vemos de una manera más inmediata porque nos lo exige en día a día y, en este contexto, quien más rápido sea capaz de adaptarse a estos giros parte con gran ventaja competitiva.

En circunstancias tan aceleradas, la motivación de los equipos de trabajo es, sin duda, una de las claves para alcanzar el éxito, pues permite esa constante e imprescindible adaptación, y además de manera autoimpulsada. Y ese estímulo debe nacer de algo más potente que el simple acuerdo de tener un puesto de trabajo por el que recibo una remuneración a final de mes. Eso hoy ya no es válido (si es que alguna vez lo fue). ¿Y qué papel desempeña la formación en este contexto? Pues uno importante, se lo garantizo. Eso sí, debemos planificarla bien, algo que no siempre hacemos. Habremos de olvidarnos de esa formación concebida como un mero trámite y acometida en el último momento del año casi por cumplir (¿con quién y para qué?): ha de pasar a ocupar un lugar principal a la hora de establecer una estrategia, los tiempos lo exigen.

Con una formación estratégica y planificada nos prepararemos para esa volatilidad, y la adaptación será constante. Además, haremos más conscientes y conocedores a nuestros equipos, con lo que reduciremos la incertidumbre, algo que evidentemente agradecerán, y les facilitaremos su actividad al incrementar su capacitación. Todo ello redunda en su motivación, no tengan duda.

¿No disponemos de tiempo para formarnos? En realidad, el problema es que la falta de eficiencia diaria hace que no podamos disponer de tiempo para solucionarla con formación, y se entra en una inercia que termina por arrastrarte. Lamentablemente es así, lo vemos con frecuencia.

Por el contrario y afortunadamente, ha quedado atrás por inoperante ese concepto de que la formación es un gasto reducible, poco entendible  además cuando se ofrecen múltiples vías de financiación; la formación es una inversión imprescindible de carácter estratégico y largoplacista. Pero, ojo, el que deba mirarse hacia un plazo medio o largo no puede llevarnos a aplazarla “sine die”.

Crecerán los equipos con una formación orientada a potenciar toda la cultura de la empresa, algo que a veces olvidamos y que resulta imprescindible. Al mismo tiempo, seguro que aumentaremos la rentabilidad, porque la especialización reduce drásticamente el tiempo en que se desempeña cada tarea y minimiza errores.

Como consecuencia de todo ello, desarrollaremos y fidelizaremos (que no retendremos) el talento, porque si de verdad queremos que un empleado nos elija, garantizar su futuro profesional pasa inevitablemente por desarrollar sus capacidades y cumplir con sus necesidades de reconocimiento y autoestima. Ambas, tremendamente dependientes de formación. Sólo así cada integrante podrá crecer, sentirá un mayor reconocimiento y, por consiguiente, incrementará su sentimiento de pertenencia, factor cada vez más buscado por organizaciones sobresalientes.

Como decíamos, todo ha evolucionado a gran velocidad y de igual manera lo han hecho las posibilidades de aprender. La formación “on line” entró hace años con mucha fuerza, a veces combinada con la presencial, y con posibilidad de ser síncrona o asíncrona, es decir, sin la necesidad de que el profesorado y alumnado interactúen al mismo tiempo y cada participante pueda elegir el momento del día para formarse. Si queremos, las empresas lo tenemos fácil.

Hago una llamada para que las organizaciones normalicemos el crecimiento y nos instalemos en el cambio para adaptarnos al presente, lo que no es viable sin el desarrollo de equipos mediante la adquisición y mejora de sus competencias. El binomio empresa/personas implica un compromiso de doble dirección en beneficio de ambas: resulta obvio que cada integrante de una organización debe alinearse con los objetivos comunes, pero recíprocamente ésta debe lograr la satisfacción de las personas que la integran. Afortunadamente, esta concienciación es ya un hecho en la mayoría de las organizaciones. ¿Y si apostamos todas las empresas de una vez por ello desterrando excusas desfasadas?

¡Vamos!

Miguel Ángel Heredia García

Presidente de Fundación Piquer